LA SOLEDAD
ES UN CAMINO SEGURO HACIA LA INFELICIDAD
Recientes
investigaciones han llegado a la conclusión de que la
soledad es una de las principales causas de infelicidad
y aunque no constituye un trastorno en si misma va
normalmente asociada a sentimientos de descontento,
frustración y ansiedad que con cierta frecuencia
desembocan en depresión.
Existen algunas condiciones de vida que han propiciado
el sentimiento de soledad: los cambios de domicilio que
implican el corte de lazos familiares y de amigos, el
tipo de relaciones que se establecen en la gran ciudad (formales,
frías y poco íntimas), las escasas relaciones con la
familia amplia (solo con la nuclear), el incremento de
separaciones y divorcios, el incremento de valores
individualistas, la búsqueda del éxito personal y la
competitividad acentuada conllevan al aumento de la
soledad. Es cierto que esta puede ser preferible a una
mala compañía pero generalmente comporta tristeza y
depresión, salvo que sea una soledad deseada esta puede
convertirse en una fuente de inspiración positiva, como
ha ocurrido en algunos escritores, artistas, poetas
científicos.
La
soledad puede posibilitar un carácter reflexivo,
profundo y rico, que desarrollemos más nuestro mundo
interior por encima de los vaivenes de la vida, pero
solo será así cuando esta es deseada, elegida y
aceptada. Pero generalmente no es así, hay una
soledad amarga que hemos de soportar a la fuerza por
limitaciones de nuestro carácter o por frustraciones
que
nos trae la vida,
como la separación, el divorcio o la viudez.
A veces va acompañada de diversas adicciones
como compañeros de viaje de toda la
sintomatología anterior.
¿Quienes se sienten mas solos? Existe la
creencia que el sentimiento de soledad aumenta
con la edad, esto concuerda con una encuesta de
Amando de Miguel en el 1991 donde
una gran mayoría afirmaba que lo peor de la
vejez es la soledad. Sin embargo, otros estudios
efectuados en Estados Unidos contradicen lo
anterior ya que los entrevistados manifestaban
menos sentimientos de soledad a medida que
aumentaba la edad. Esto parece ser debido a que
las personas mayores han desarrollado redes de
relaciones más estables, mientras que los más
jóvenes están intentando conseguirlas, hasta que
no lo consigan se cruzará en su camino la
soledad.
La relación de pareja: ¿Existe relación entre
estar casado y sentirse solo o con necesidad de
intimidad? Un estudio realizado con adultos
alemanes concluyó que las personas solteras y
sin pareja tenían más probabilidad de que se
sintieran solas. Otros trabajos han demostrado
que las mujeres que tenían una relación íntima y
auténtica con su pareja, el 70 por ciento
carecían de trastornos afectivos, mientras que
quienes no poseían esta relación disminuía en un
40 por ciento. También se ha observado que
aunque hombres y mujeres experimentan la soledad
con la misma frecuencia, las mujeres suelen
reconocer más que los hombres sus sentimientos.
Quizá esta diferencia de manera de reaccionar se
debe a que un hombre solo es menos aceptable
socialmente, que una mujer sola. A ello también
contribuyen los estereotipos sexuales que
presentan a la mujer como más capaz de expresar
sus sentimientos y al hombre como más ajeno a
las reacciones de debilidad.
EL CÍRCULO DEL SOLITARIO
Cuando la soledad arraiga en nuestra
personalidad puede convertirse en una cárcel
psicológica que conlleva a un proceso que puede
resumirse en cuatro etapas que forman una cadena
cuyo final implica el reinicio del proceso.
1. -Creencias negativas hacia si mismo. A
causa de sus fracasos pasados las personas
solitarias se ven negativamente a si mismas y
están convencidas de que fracasarán al tratar
con los demás. Tienen poca autoestima, se
rebajan a si mismos, se sienten incapaces de
relacionarse. Creen que su timidez es invencible
y no pueden luchar contra ella. Así el solitario
crónico se deja arrastrar por pensamientos
negativos de si mismo y de los demás. Esto
tiende a funcionar por profecías auto-cumplidoras.
Quien cree que va a fracasar acaba fracasando
por su falta de confianza.
2. -Conducta con poca habilidad social.
El solitario tiene poca habilidad social, le
resulta difícil desplegar actividades sociales,
participar en grupos, no sabe ser agradable,
demostrar que disfruta de la compañía de los
otros, tratarlos cordialmente ... Suele
comportarse de forma menos agradable cuando está
en publico, se siente inseguro de si mismo,
ansioso, generalmente es poco inclinado a
revelar su intimidad y cuando la descubre se
comporta de forma inapropiada, demasiado íntimo
con los de su mismo sexo y superficial con el
sexo opuesto tendiendo a refugiarse en la ironía
al tratar con los demás.
3. -Rechazo de los otros. La mala imagen
del solitario, la forma de tratar a los demás no
son una buena tarjeta de presentación. Con su
forma de actuar ahuyenta a los que podrían haber
llegado a ser amigos suyos y contribuye a que
los demás no le miren bien.
4. -Retirada a la soledad. Solo el
repliegue en su concha permite un mínimo de
seguridad a la persona que se siente rechazada
por los demás. La soledad tiende a consolidarse
con el tiempo y estas personas están convencidas
de que su situación no va a cambiar. La
depresión e infelicidad que acompañan al
aislamiento refuerzan las creencias negativas
hacia si mismo y reinician el proceso circular
en una situación que se realimenta a si misma.
Es importante darse cuenta del proceso para
poder iniciar el cambio e iniciar el proceso
hacia la aceptación de uno mismo, de los demás y
conseguir la felicidad.
La timidez:
El miedo a no
dar la talla puede combatirse
Un rubor que invade las mejillas, el sudor
frío en las manos y la frente, los latidos que se aceleran,
un nudo en la garganta, las mandíbulas apretadas, los
molestos gases en el aparato digestivo, temblores, algunos
tics y un sin número de síntomas difícilmente controlables,
invaden con frecuencia a los tímidos más problemáticos
cuando se encuentran ante otras personas.
Es, en realidad, un conjunto
encadenado de manifestaciones psicosomáticas que el tímido
trata de esconder. Y, ante el evidente fracaso de su
propósito, las cosas empeoran aún más. Si no sabe ubicarse y
actuar en una reunión de amigos o de trabajo, por ejemplo,
en un principio se ruborizará. Pero esto no es lo peor: al
darse cuenta de que llama la atención, el rubor aumentará;
si, además, alguien le hace la observación de que se está
poniendo colorado, terminará por vivir el encuentro casi
como una tragedia.
La timidez siempre está relacionada con el
contacto social. Por eso, hay muchas y variadas situaciones
en las que el tímido puede sufrir con el contacto humano:
encontrarse a solas con alguien en el ascensor, hacer una
pregunta en público, efectuar una reclamación en un
restaurante, devolver una prenda en la boutique, iniciar una
relación de pareja, .... Ahora bien, ciertos niveles de
timidez pueden incluso resultar atractivos porque despiertan
en los demás sentimientos de ternura, ante la manifiesta
debilidad y necesidad de protección que emana del tímido.
Por eso, algunos tímidos resultan tan interesantes para
ciertas mujeres, que ven en ellos personas a mimar y
proteger, y una estupenda ocasión de manifestar su instinto
maternal. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones la
timidez se convierte en una tortura, un problema patológico
que impide al individuo relacionarse con normalidad. ¿Cuándo
se puede decir que la timidez adquiere el marchamo de “preocupante”?
Signos
preocupantes
¿Cuándo se puede considerar la timidez
patológica y requiere, por tanto, que se actúe decididamente
sobre ella? La señal de alarma es el sufrimiento: cuando ese
temor al contacto con los demás produce angustia,
desestabiliza y perjudica a la persona en sus relaciones
laborales, de amigos y familiares, hay que intervenir: el
bienestar emocional y, en general, la calidad de vida, se
resienten demasiado.
Ser tímido, aclarémoslo, no es lo mismo
que ser introvertido. La persona introvertida es reservada y
vive, predominantemente, hacia dentro de sí misma. Prefiere
expresarse con parquedad. Pero puede, perfectamente, no ser
tímida. Algunos introvertidos lo son porque eligen disfrutar
de su mundo interior y no salir mucho de sí mismos. Incluso
pueden ser excelentes comunicadores. Y también hay tímidos
que hacen esfuerzos titánicos por superarse y se han
convertido en personas que aparentemente se relacionan muy
bien.
El tímido es, normalmente, una persona muy
emotiva que tiene miedo de actuar mal y por eso evita el
contacto con los demás. No se fía mucho de sí mismo ni de
los demás. Algunos tímidos que aceptan su timidez como un
componente de su personalidad logran sobreponerse, pero en
otros casos su carácter les causa un severo sufrimiento.
Muchos de ellos no han podido soportar la angustia del
aislamiento progresivo al que ellos mismos se han condenado
y al que irremediablemente les empuja una sociedad que no se
anda con muchas contemplaciones con los aparentemente más
débiles. ¿Y cómo reaccionan para sobrevivir? En algunos
casos, con conductas compensatorias: agresividad, despotismo,
frivolidad, o intentando llamar la atención de los demás
mediante el chiste fácil o el falso liderazgo. Son
mecanismos de defensa interesantes de conocer, porque
funcionan como una máscara que oculta a los tímidos y los
hace difíciles de reconocer.
Lo que hacen
algunos tímidos
Negación de la realidad:
se protegen a sí mismos de la realidad desagradable y
adoptan actitudes escapistas como enfermar.
Fantasía:
satisfacción de los deseos frustrados mediante realizaciones
imaginarias.
Proyección:culpan
de sus dificultades a otras personas.
Represión:
evitan que los pensamientos peligrosos o dolorosos entren en
la conciencia.
Desplazamiento:
descargan los sentimientos acumulados sobre personas que
perciben como más débiles que ellos.
Aislamiento emocional:
retirada hacia la pasividad, para protegerse del daño.
Regresión: se
posicionan en un grado de desarrollo personal más elemental,
que comprende respuestas menos maduras.
Simpatía:
tratan de ganarse el afecto de los demás para fortificar los
sentimientos de la propia valía, a pesar de los fracasos.
¿Tímidos con
éxito?
Cuando la timidez no es grave puede
convertirse incluso en un elemento al que sacar rendimiento.
La prudencia característica de los tímidos les ayuda a
controlar mejor los impulsos indeseables y les facilita una
mejor aceptación social que las personas que no actúan con
tanto cálculo. Por otra parte, los tímidos son, con
frecuencia, introvertidos y aprovechan esa facilidad para
profundizar en la creatividad interior, estimulando la
imaginación y la fantasía. Por esa razón, entre los tímidos
se encuentran grandes artistas, pensadores y escritores.
Fueron y son conocidos por su gran timidez James Dean, Woody
Allen, Montesquieu, Rousseau, Stendhal y Proust. Por otro
lado, aunque en el ámbito laboral se valora mucho la
capacidad de comunicación, también en ese terreno pueden
aprovecharse las ventajas de la timidez. Algunos tímidos han
encontrado en el trabajo su refugio y muestran tendencia a
ser perfeccionistas y abordar con eficacia las tareas que
requieren mayor concentración y esmero.
¿El tímido nace
o se hace?
Algunos autores de corte organicista
barajan la posibilidad de que las manifestaciones
psicosomáticas propias de la timidez tienen su origen en el
desarrollo de glándulas de secreción interna, como la
hipófisis o las suprarrenales. Incluso hablan de la timidez
como una característica hereditaria. Por su parte, los
psicoanalistas afirman que la timidez no es más que la punta
del iceberg de un problema oculto, y mucho más profundo.
Debido a la represión de los instintos -principalmente, los
sexuales-, a la imposibilidad de ponerlos en práctica,
surgirían, según esta tesis, una serie de fantasías en las
que el tímido se percibe interiormente deseando realizar
ambiciones y deseos que al final no ejecuta. Esta represión
se terminaría corporalizando y se convierte en la rica
sintomatología psicosomática del tímido (rubor, sudor,
temblores, ...) que se ha descrito al comienzo de este
artículo.
Para los psicólogos conductistas (otra
corriente, además de las dos descritas), la timidez no se
hereda, se aprende desde niño por la influencia de modelos
parentales o por determinadas actitudes de quienes
intervienen en el proceso educativo. Las experiencias
infantiles, según estas teorías, devendrían decisivas en la
aparición de la timidez: niños que no han sido
suficientemente valorados o se han visto ignorados, o se han
sentido menos apreciados por sus educadores cuando han
conseguido logros, o que han sufrido experiencias de malos
tratos o han padecido alguna experiencia de abusos sexuales.
Una etapa importante para la aparición de la timidez es la
adolescencia, esa época en que el niño-hombre o la
niña-mujer experimentan sensaciones desconocidas y no saben
manejarlas en sociedad o ante el otro sexo, lo que produce
ese bloqueo de inhibición o timidez. Y, como se ha dicho, la
comprobación del propio bloqueo desencadena aún más temor al
contacto social. En cualquier caso, parece que en la
aparición de la timidez influye mucho la historia personal;
es más aprendida que congénita.
¿Cómo superar
la timidez?
Martha Davis y otros autores en su libro "Técnicas
de autocontrol emocional" (Ed. Martínez Roca), apuntan
algunos pasos para reforzar la personalidad de las personas
tímidas:
|
Detención del pensamiento.
Concentrarse en los pensamientos no deseados que nos
asaltan y, después de un corto período de tiempo,
detener y vaciar la mente. Se debe estar atento a la
aparición de estos pensamientos, identificarlos y
pararlos enérgicamente. |
|
Rechazo de las ideas irracionales.
Suscitando pensamientos racionales como "no me
afecta", "todo ser humano se equivoca", "una
discusión es cosa de dos", "nos sentimos en función
de cómo pensamos", o "qué es lo peor que me puede
ocurrir". |
|
Desarrollo de técnicas de
afrontamiento del miedo.
Utilizando técnicas de relajación que apoyen las
decisiones que nos conducen a soportar situaciones
difíciles. |
|
Entrenamiento asertivo.
Mostramos una conducta asertiva cuando defendemos
nuestros propios intereses, y expresamos nuestras
opiniones libremente pero sin herir la
susceptibilidad de los demás. |
|
Otro
autor, Weimberg, afirma que la timidez es un hábito
que se fortalece si no se actúa contra él. Lo mejor
es afrontarla de frente, no huir. Aguantar la
presión de las miradas, quedarse en el grupo. Mirar
a los ojos del interlocutor, cada vez un poco más
fijamente. "No se trata de hallar valor para hablar,
sino de hablar para hallar valor". Hemos de hacer
inventario de nuestros propios valores para ir
tomando conciencia íntima de nuestras cualidades. Y
para valorarlas en su justa medida. |
LA
SOLEDAD: NI TAN MALA COMPAÑERA
El
sentido común sugiere que las relaciones humanas son la
clave para el bienestar, por lo que la soledad sería, en
consecuencia, señal de anormalidad. Pero, la soledad también
tiene su lado positivo. Durante siglos, poetas, místicos y
religiosos han reportado sus efectos creativos y
enriquecedores. Los psicólogos han comenzado a detectar a
personas sanas que en parte toman la soledad para usos
beneficiosos.
De acuerdo al psicólogo Peter Suedlfeld, PhD, de la
Universidad de Columbia, la necesidad de soledad presenta un
componente de estado y de rasgo. Todas las personas, en
algún momento, sienten la necesidad de darse un tiempo de
soledad. Quienes presentan la soledad como un rasgo de
personalidad la necesitan y la desean más que otros, en
virtud de que este rasgo representa características de
conducta relativamente permanentes. El estado de soledad se
refiere a características transitorias. Las investigaciones
relativas a la soledad como estado sugieren que la mayoría
de las personas necesitan estar algún tiempo solas para
satisfacer ciertas necesidades psicológicas, incluyendo el
rejuvenecimiento. Esto puede ser resultado de los efectos
acumulativos de la estimulación social recibida en días o
semanas recientes. Las personas con pocas demandas y poca
estimulación social requieren menos soledad, y de hecho, la
evitan. En su investigación, Suefeld encontró que aquellos
que presentan mayores demandas de atención o habilidades
sociales, tales como ejecutivos de negocios o madres de
niños pequeños, necesitan más tiempo para estar solos. Esto
les permite recuperar sus recursos, descansar y relajarse.
Repotencia la energía psicológica y el bienestar físico, se
reduce la producción de estresantes y mejora el
funcionamiento inmunológico y otros cambios fisiológicos.
Lo que uno haga durante el tiempo en soledad, como caminar,
meditar, relajarse, al parecer resulta menos relevante para
el rejuvenecimiento que el simple hecho de obtener soledad.
Los convictos, algunas veces golpean a los guardias o rompen
las reglas de manera que los confinen en un lugar solitario,
en donde puedan recuperarse del barullo de la vida en
prisión.
La cantidad de soledad que las personas necesitan para
recuperarse depende de cuánto tiempo les tome estar aptos
para enfrentar las demandas de su ambiente. Una hora, cada
ciertos días, puede ser suficiente para renovar a algunas
personas, pero puede no serlo.
El tiempo en soledad satisface otras necesidades o funciones
psicológicas además del rejuvenecimiento, señala Pedersen,
de la Universidad de Brigham Young. Su investigación sobre
la privacidad sugiere que la contemplación es la necesidad
más imperante que resulta satisfecha por la soledad:"Le
ofrece a las personas la oportunidad de contemplar quiénes
son, qué relaciones mantienen con otras personas y cuáles
serán sus metas. Cumple un función de asentamiento y
autodefinición".
Otras dos necesidades psicológicas con las cuales se
encuentra la soledad, son la autonomía, es decir, el chance
de hacer lo que uno desea, de actuar libremente, y ser lo
que uno es, así como la confidencia. Esta última, resultó
ser una respuesta sorprendente de los sujetos de su
investigación, quienes al parecer emplearon el término para
describir una relación devota con una deidad.
El estudio de Pedersen no encontró diferencias entre los
géneros sexuales en relación a la frecuencia con la cual las
personas buscan la soledad. Pero, sí se halló que las
mujeres emplean la creatividad y la contemplación en mayor
medida que los hombres. Estos últimos, en cambio, presentan
una fuerte preferencia por estar solos. Un tipo de
aislamiento en donde prefieren traslardarse geográficamente,
irse a la montaña o salir por un largo paseo en el carro, en
lugar de refugiarse en una oficina o dormitorio.
El componente de rasgo de la soledad, sugiere que algunas
personas presentan una preferencia por la soledad que es
mucho más grande que una necesidad de estar solos de vez en
cuando. El psicólogo Jerry Burger, PhD, especula que sólo un
pequeño porcentaje de la población, quizás no más de 10%,
muestra este rasgo. Al contrario de los estereotipos
sociales, estas personas,"están bien ajustadas". Están auto-actualizadas,
presentan buena comunicación, se desempeñan bien en
situaciones sociales y disfrutan de sus amistades. Además,
les gusta la soledad, de manera que se las ingenian para
pasar un tiempo solas de modo frecuente.
En niños y adolescentes
La soledad aparentemente ofrece efectos saludables en otras
etapas del desarrollo humano, particularmente en la
adolescencia. Los adolescentes reportan tener mayor
concentración y menor auto-conciencia durante la soledad,
señala el psicólogo Larson, quien sugiere que permite un
estado mental más productivo. Luego de estar solos, los
adolescentes presentan mejor humor, a diferencia de otros
momentos. En una de sus investigaciones encontró que los
adolescentes que pasan cantidades intermitentes de tiempo
solos, se encuentran mejor ajustados que los demás.
De acuerdo a Larson, los adolescentes dicen que están solos
cuando están consigo mismos. Pero, hay que diferenciar entre
la soledad de estar solo y la soledad relativa a otras
personas. "Sentir soledad en relación a los amigos es
pernicioso", señala Larson, pero, salir por su cuenta o
estar solo en su cuarto y sentirse solo, es probablemente
saludable.
En los niños, la soledad es considerada signo de timidez.
Sin embargo, los niños juegan solos por varias razones, de
acuerdo al psicólogo Robert Caplan, PhD, de la Universidad
de Carleton. Para la mayoría de los pequeños, el juego es el
primer paso en la escalera para su posterior juego con otros.
"El problema surge con aquellos niños que no suben el
próximo escalón".
En estudios con preescolares, Coplan y Kenneth Rubin, de la
Universidad de Maryland, observaron tres tipos diferentes de
niños con tendencia a jugar solos. El primero, es el niño
tímido, quien desea interactuar con otros, pero esto le
causa angustia y miedo. El segundo caso se refiere a niños
socialmente inmaduros, quizás un tanto agresivos, activos y
ruidosos, quienes practican el juego solitario porque quizás
nadie desea jugar con ellos. Finalmente, se encuentran los
niños que disfrutan jugando solos de forma constructiva,
prefiriendo los juguetes, rompecabezas u otros objetos, en
lugar de personas. Estos últimos, presentan un mayor rango
de atención, sin embargo, no son muy buenos en tareas
orientadas a las personas como, por ejemplo, Adivina el
personaje. A la edad de 7 u 8 años, los niños que aún juegan
solos pudieran estar en riesgo de ser rechazados por sus
pares, así como en riesgo de no aprender las destrezas
sociales necesarias para obtener relaciones exitosas.
El hecho de que disfrutemos de períodos de soledad, no
significa necesariamente que experimentemos rechazo por el
mundo externo. La soledad nos permite, no sólo explorarnos a
nosotros mismos, sino también nuestra relación con las
personas y el mundo que nos rodea, como señala el psicólogo
McIntosch: "Es un modo de ponernos a tono con el mundo".
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