Fobias
Temor a los ascensores, horror a hablar en público, pavor a
comer delante de otros,terror a los aviones, o aversión a
las alturas. Estas, entre otras, son las fobias más
frecuentes que experimenta el ejecutivo de hoy. Pero que no
cunda el pánico, ya que el miedo también tiene solución
Un sudor frío recorre la espalda y
en pocos minutos todo el cuerpo está empapado, las manos
comienzan a temblar y no hay forma de controlarlas. De
repente un tic nervioso no cesa de molestar y se siente una
punzada en el estómago. La mirada se nubla, el individuo
tiene problemas para respirar, su ritmo cardíaco aumenta
considerablemente. Está fuera de control.
Aunque lo parezca, esto no es la descripción de alguna
escena sacada de un libro de Stephen King, se trata de los
síntomas reales de angustia que experimenta una persona
frente a un estímulo fóbico.
Si
alguno de ellos le parece familiar, mucha atención, puede
ser la manifestación de una fobia.
Miedo no
El miedo es, según el doctor Oscar Doval –siquiatra y
sicoterapeuta que trabaja en el Hospital de Clínicas
Caracas–, una de las cuatro emociones primarias con las que
nace un individuo junto con el dolor, el amor y la rabia.
Pero el temor natural no es un problema hasta que es
definido como una fobia, que no es más que un miedo
irracional ante un estímulo particular.
Las
fobias no son nada nuevas, son tan antiguas como el hombre
mismo y lo han acompañado a lo largo de su historia. Se
calcula que 8 por ciento de la población sufre este tipo de
trastorno.
La
fobia tiene dos componentes: la parte sicológica (sensación
de miedo con alta dosis de angustia) y la parte somática,
que se manifiesta con los síntomas: palidez, sudoración,
taquicardia, ganas de evacuar, tartamudez, entre otros.
Por
otra parte, puede decirse que este tipo de desorden se
diferencia de otros como la paranoia, porque el individuo
está plenamente consciente de lo absurdo de su miedo. "Sabe
que está ahí, pero no lo puede controlar", expresa Doval. Es
allí donde radica la irracionalidad de este miedo.
Los
temores no siempre son iguales, también cambian de máscara
con el tiempo, porque tienen, a juicio del siquiatra Oscar
Doval, una fuerte connotación cultural. "Existen miedos como
la tuberculofobia, tan común en el siglo pasado, y que ya
casi no existe".
Fobias de fobias
De acuerdo con Sophia Behrens, sicóloga del Centro
Profesional Santa Paula, las fobias no aparecen con un
perfil específico de personalidad. "Son trastornos
emocionales que están descritos dentro de los trastornos de
ansiedad".
Existen varios tipos de fobias: simples o específicas,
sociales y un tercer término separado llamada agorafobia por
trastorno de pánico.
En
líneas generales, las más frecuentes son las de tipo
específico, donde el estímulo fóbico es un objeto, animal o
situación definida, como la claustrofobia (temor a espacios
encerrados), acrofobia (temor a las alturas) o zoofobia
(temor a los animales).
Ahora bien, el segmento de jóvenes profesionales entre 20 y
35 años, además de sufrir altos niveles de estrés, se ve
sometido a fuertes demandas de tipo económico, laboral y
afectivo. En este caso el tipo de fobia que se presenta –por
excelencia– es la de tipo social.
Estas no son más que la manifestación del miedo a ser
desaprobado o rechazado por otros. A diferencia de las
específicas, aquí aparece el público y, por tanto, son mucho
más complejas.
Para Oscar Doval, la motivación más profunda de la fobia
social es la aversión a hacer el ridículo y su manifestación
más frecuente es el miedo escénico o temor a hablar en
público.
Existe un elemento importante que es la anticipación, el
individuo prevé lo que le va a suceder al exponerse ante la
situación que le produce tanta angustia. Aquí se forma un
círculo vicioso porque la persona alimenta su propio miedo.
Ante el estímulo fóbico, opta por evitar la situación o huir
de ella.
Según Behrens, en esta clase de fobia también se presenta un
tipo de ansiedad social, con la diferencia que el ansioso
tiene un temor pero realiza la acción, mientras que el
fóbico no.
De ataque
El otro tipo de desorden es la agorafobia –miedo a los
espacios abiertos–, y se presenta a menudo como una
complicación de otro trastorno de ansiedad denominado ataque
de pánico.
De
acuerdo con Sophia Behrens, esta situación se da con mucha
frecuencia en ejecutivos y aparece asociada con altos
niveles de estrés. Esta reacción de angustia se activa
cuando el individuo se encuentra ante una situación de
demanda exagerada. Entonces aparece el ataque de pánico en
el que el individuo "malinterpreta" los síntomas de la
ansiedad –ahora mucho más fuertes que durante la fobia– como
un aviso de un infarto, un paro respiratorio o hasta de su
propia muerte.
Este cuadro a veces se complica porque la agorafobia, más
que el miedo a los espacios abiertos representa el temor a
encontrarse en un lugar donde no puedan ser rescatados: una
cola, un centro comercial o una situación donde anticipen
que les puede dar el ataque en presencia de otros.
Sin
embargo, existe una diferencia entre el ataque y el
trastorno de pánico, el primero es eventual y aislado, se da
una vez y puede que más nunca, mientras que el otro es
recurrente.
Cabe destacar, además, que el trastorno por ataque de pánico
no necesariamente implica una fobia.
La raíz del miedo
Las causas que originan las fobias son tan múltiples como
quienes las padecen, y están asociadas a altos niveles de
estrés acompañados de cierta vulnerabilidad biológica –hay
individuos más resistentes a la angustia que otros–. En
estos casos también es determinante un umbral de ansiedad
más bajo.
Las
fobias son muy frecuentes en personas con muchas
responsabilidades, preocupadas sólo por la productividad o
que tienen obsesión con la fama y el éxito y dejan de lado
la vida.
Junto con la presión económica y profesional están las
demandas típicas, familiares, de tiempo, etcétera.
A
juicio del doctor Oscar Doval, las fobias tienen
motivaciones profundas más lejos que el objeto mismo de
miedo. "En la mayoría de los casos, la fobia no es más que
la punta del iceberg de algún problema que arrastra el
individuo desde su infancia".
Para Sophia Behrens, se trata de aprendizajes erróneos que
ha sufrido el individuo y que en un momento determinado se
activan.
Si
el modelo de vida de la persona ha estado marcado por el
deseo de agradar a cualquier precio o ha sido sometida a la
desaprobación de las figuras de autoridad, es casi natural
que transpole eso al organigrama de la empresa. Sin embargo,
cada caso tiene motivaciones diferentes.
Muchas soluciones
Oscar Doval afirma que los pacientes buscan ayuda cuando la
fobia los ha discapacitado en su trabajo o los ha afectado
en su vida.
"Se
encuentran ante un doble terror: la incapacidad de hacer
algo y el estancamiento en su carrera", expresa el
siquiatra.
Pero en este sentido hay buenas noticias, las fobias no son
un mal incurable; con un tratamiento adecuado más de 95 por
ciento de los casos evoluciona favorablemente.
Existen tres tipos de terapia: la primera es la
farmacológica, que aunque no representa la solución
definitiva, es una buena alternativa.
También se da la conductual o cognoscitiva conductual, que
consiste en modificar los patrones de pensamiento y
conducta; es decir, atacar el estímulo que provoca ansiedad
y su correspondiente reacción.
A
juicio de Behrens, la combinación de las dos anteriores casi
siempre soluciona el problema, pero en caso de que éstas no
logren resultados positivos, cosa poco frecuente, se recurre
a la terapia sicodinámica.
De
acuerdo con Doval, en esta fase el individuo conoce el
porqué y el para qué de su miedo, "aquí revive el atavismo
del pasado que está cercenando su presente".
Después de la terapia, Oscar Doval afirma que el individuo
experimenta un crecimiento interior que le abre nuevas
oportunidades porque gana seguridad y autoestima, una vez
libre de todos sus temores.
Fobia
social y timidez
¿Qué es una fobia social?
Una fobia social es un tipo especial de
miedo. Todos tenemos miedos a cosas como las serpientes
venenosas, los perros rabiosos, las infecciones, los
accidentes, aunque este miedo se traduce en un
comportamiento de simple cautela frente a las situaciones de
peligro y además el miedo AYUDA a estar alerta en la vida
cotidiana en vez de INTERFERIR en ella de forma limitante y
negativa.
Hablamos de fobias cuando la intensidad con la que
experimentamos el miedo frente a los distintos peligros es:
¿Y la timidez?
La timidez es una forma atenuada de fobia
social, y que habitualmente tenemos y disimulamos todos
mejor o peor.
No sabemos si resultaremos competentes, valiosos o
apreciables a los demás.
Muchas veces esto esta en agudo contraste con un ambiente
familiar en el que hemos sido mimados y protegidos, aunque
en otras ocasiones es todo lo contrario: un ambiente
familiar autoritario y descalificador también produce
futuros tímidos.
Nuestra forma de ser se hace en el ejercicio de relacionarse
con los demás, es un resultado de ATREVERSE a ser delante de
los demás, mezclándose y entrando en conflictos que uno
aprende a ir solucionando sobre la marcha.
La persona tímida es cautelosa: no se arriesga a
equivocarse, a ser rechazada o a resultar inadecuada, y como
no practica no avanza, y espera que un día se levantará con
la moral alta y resultará segura de sí misma por arte de
gracia (y no pasando por los malos tragos y apuros que todos
tenemos que traspasar para curarnos de complejos e
inseguridades y para resultar hábiles amigos y relacione
públicas).
Descubrir lo que somos realmente tiene algo de lanzarse al
abismo de lo desconocido y explorar lo que resulta de ello,
y esta es la forma mejor de superar la timidez.
Palabra a palabra obligarnos a nosotros mismos a enseñar LO
QUE PENSAMOS pero también -y sobre todo- LO QUE SENTIMOS
(como cuando decimos 'me moleta el humo que me hechas a la
cara' o 'me gustaría que tomáramos el sábado un café
juntos', o 'este fin de semana me apetece ir de excursión
con unos amigos que hace tiempo que no veo').
A menudo superar la timidez es una cuestión de número de
palabras (cambiar el 'si', 'no', 'tal vez' por frases de
cinco minutos).
Dejarse ir hacia una frase que va a ser muy larga es como
confiar en tu propio cerebro, en su auto-estimularse,
refrescarse y entusiasmarse por una tarea intelectual (en el
fondo le encanta, es lo suyo).
La persona tímida tiende a creer que no tiene mucho VALOR, o
CAPACIDAD, pero la realidad no es exactamente esa (mucho
grandes tímidos han sido perfectamente grande genios
científicos o escritores) sino que UNO MISMO/A SE PONE
ENCIMA UN PEDRUSCO, inhibiéndose con pensamientos de mal
agüero tales como 'lo mio no tiene importancia' 'mis cosas
aburren' 'mi interés no coincide con el de los demás'
'podría ofender, aburrir o molestar a alguien' o lindezas
parecidas.
Este AUTO-SABOTAJE equivale a que estuviéramos pensando
'seguramente no caminaré recto y estéticamente, pareceré
torpe y tropezaré' y como fruto de esta hipótesis tan poco
constructiva REALMENTE hasta consiguiéramos andar mal y
tropezar.
Nos cuesta encontrar un lugar en el mundo, EL NUESTRO, y en
vez de ello caemos en el error de pretender ser OTROS.
Sería buena cosa rebelarnos de una vez por todas y
determinarnos a ser espontáneos, aceptando luego con
resignación el número amigos y enemigos que ello produzca
(por lo menos seríamos felices NOSOTROS y NUESTROS amigos, y
nuestra alegría decoraría como un adorno navideño el paisaje
de los demás).
¿Un ataque de pánico de regalo?
El nivel de ansiedad puede subir a un
punto crítico por encima del cual se produce un 'ataque de
pánico' durante unos minutos en los que la persona le parece
que pierde el mundo de vista, el equilibrio, o que pudiera
enloquecer o estar muriendo de forma repentina.
Los mismos pensamientos de estar 'pillado' 'atrapado' y
padeciendo algo 'horrible' actúa de incentivador y
mantenedor del ataque. Las complicaciones de los ataques de
pánico pueden ser que la persona desarrolle 'agorafobia' o
miedo a tener ataques de pánico en situaciones donde ya se
han producido o que parezcan una 'encerrona' (un espacio
demasiado cerrado, demasiado abierto, demasiados estímulos o
gente, estamos lejos o en una situación en la que haríamos
un mal papel huyendo).
Algunas personas caen en el alcoholismo o en el consumo de
hachis o cocaína o abusando de los tranquilizantes recetados
por el médico como una forma de 'capear' estas dificultades
sin resolverlas del modo adecuado.
¿Cómo afecta nuestras vidas la fobia
social?
Nos empobrece reduciendo a la mitad
nuestra vida social, nuestras posibilidades de ocio y
progreso profesional.
La frustración que todo ello implica puede reflejarse
indirectamente en forma de desánimo general (a veces es
causa de caer en un depresión tras un larga etapa vital de
sufrimiento) e irritación descontrolada con el circulo
familiar íntimo.
Las relaciones que exigen iniciativa, sostén y aportación
por nuestra parte se pueden llegar a ver gravemente
resentidas y romperse.
Elimina aquellos oportunidades que suelen provenir de la
actividad social (hacer amigos en el colegio o en el
trabajo, participar en las equipos, promocionarse en el
trabajo, etc.) . Puede ocurrirle a un fóbico social que
rechace un buen trabajo solamente por el miedo que tiene a
las nuevas responsabilidades, especialmente si tiene que
tratar con muchas personas y hacer reuniones.
¿Soy un bicho raro?
De 1-2 por mil de los hombre y 2-3 por mil
de las mujeres padecen fobia social. Es una dificultad que
se conoce bien, tanto el porqué se produce como el modo en
el que puede tratarse.
¿Tiene solución?
No es imposible adquirir estas dos
capacidad que resolverían el problema:
- las habilidades expresivas, sociales
y de trato que no hayamos podido adquirir en el curso de
nuestro aprendizaje por razones de modelos familiares
imperfectos, inadecuada intervención escolar o por las
dificultades emocionales que hayan interferido.
- La habilidad de controlar el miedo
irracional mediante distintas estrategias de
enfrentamiento, control emocional e información
psicoterapéutica especializada.
Una ayuda farmacológica puede ser
aceptable como un medio de atemperar las dificultades
iniciales, especialmente si el nivel de ansiedad produce
severos síntomas incapacitantes como intensas taquicardias o
ataques de pánico, insomnio y depresión.
¿Puedo solucionarlo por mí mismo/a?
Algunas lecturas de libros de autoayuda
que tratan las fobias de una forma sencilla, la práctica de
la relación, yoga, y ejercicio.
Los consejos de buenos amigos que nos apoyen o orienten, y
hacernos un plan de EXPOSICIÓN gradual a las distintas
situaciones sociales que nos agobian intentando hacer
progresos pequeños pero continuados puede ser un conjunto de
medidas eficientes.
Algunos fóbicos sociales han utilizado técnicas de
INUNDACIÓN como aceptar un trabajo de cara al público, o
presentarse voluntarios en una asociación para obligarse así
a 'pasar por el tubo' y superar los problemas de una vez.
Este método de 'sacar la muela a mano' no funciona siempre y
puede ser una apuesta que sobrepase muestras verdaderas
fuerzas.
Sería algo bueno para pensar en superar estos miedos
comprobando que hay de realidad en los supuestos peligros
(miedo al rechazo, a que no te valoren o a no resultar
interesantes y dignos de amor que posiblemente provienen de
algunos factores educativos mal aprendidos -o enseñados
cabría decir-.
¿Y si no puedo?
Es el momento de acudir a un profesional.
Existen distintas psicoterapias exitosas contra la fobia
social, siendo un problema clínico relativamente sencillo de
solucionar comparado con otros trastornos mentales mayores.
A veces la verdadera dificultad es el orgullo o la cicatería
lo que nos impide reconocer que tenemos un grave problema y
acudir a un profesional competente.
El miedo
irracional e incontrolable puede superarse
Las fobias: a volar, a
los espacios cerrados, a salir a la calle...
Angustias flotantes y reacciones fóbicas
Un temor razonable puede llegar a
convertirse en fobia a causa del aprendizaje o de las
influencias culturales y sociales. La fobia a las ratas o a
las serpientes parece trasmitirse, por ejemplo, de
generación en generación. Hay fobias que se van instalando
en los adultos porque de niños sus padres o amigos les
atemorizaron ante situaciones que apenas comportaban riesgo
. Las fobias son una manifestación elaborada de la angustia.
Hay “angustias “flotantes” en las que el miedo va a la
deriva y se temen de una forma difusa diversas situaciones y
circunstancias. En las reacciones fóbicas, la angustia brota
exclusivamente ante un determinado estímulo. En realidad “el
objeto fóbico” no es más que una manifestación de la
angustia latente. El individuo necesita esa excusa para
poder descargar su angustia. Así pues, en la fobia tenemos,
como en los sueños, un sentido manifiesto y un significado
latente. La reacción es siempre desproporcionada en relación
con la causa aparente, pero cuando se descubre la causa
oculta, se comprueba que había razones para la angustia. En
las fobias, como en los demás temas de psicología, hay
diferentes interpretaciones respecto de las causas que las
provocan y de los métodos terapéuticos para resolverlas.
Para los psicólogos conductistas las fobias son lo que
aparentan: síntomas, conductas aprendidas. En cambio, los
psicoanalistas interpretan la fobia sólo como la punta del
iceberg de algo más profundo e inconsciente.
Independientemente de estas teorías, en quien padece la
fobia siempre están presentes la
angustia y el sufrimiento.
Fobias
espaciales
}Detenerse
en los tipos de situaciones que más frecuentemente producen
las fobias es más interesante que describir las innumerables
formas de fobia que existen.
La fobia espacial es la más frecuente, y
se manifiesta de dos maneras aparentemente opuestas: en el
miedo de salir o la angustia de las calles, en el miedo a
los espacios descubiertos (agorafobia). Y, en segundo lugar,
en el temor a lo contrario: a los espacios cerrados
(claustrofobia). Lo más común en la claustrofobia es el
miedo a quedar atrapado en ascensores, oficinas,
restaurantes, iglesias o túneles.
El afectado trata de evitarlos, pero si
por necesidad entra en uno de ellos busca desde el primer
momento las salidas y los mecanismos de evacuación urgente.
En las fobias de espacio se dan algunas variedades como:
Vértigo fóbico o miedo de las montañas, de los ascensores,
de los pisos altos. Miedo a la oscuridad, al concebirse ésta
como un espacio amenazador, a viajar en autobús, en avión,
en tren, en automóvil. Miedo a la muchedumbre, una de cuyas
variantes es el miedo a hablar o a aparecer en público.
Fobias sociales
La otra categoría de fobia está
relacionada con el medio social. Son, en este caso, las
relaciones individuales o colectivas con el prójimo o con
los animales las que constituyen el objeto de la angustia
pavorosa. Se pueden incuir en esta categoría la fobia a
ruborizarse, a mirar a la cara a algunas personas, a
escribir delante de otros (conocido como el “síndrome del
escribiente” y padecido por funcionarios que rellenan
documentos delante de los clientes) o el miedo a
contagiarse, que conduce al aislamiento social o se
manifiesta en la costumbre de lavarse las manos repetidas
veces a lo largo del día, o el miedo a tocar barandillas o
picaportes, a utilizar servicios públicos, o a entrar en
bares o restaurantes, todo ello por miedo a la invasión de
gérmenes procedentes de personas enfermas u objetos
contaminados. También están las fobias a los animales
grandes, como los perros, o animales pequeños como los
insectos, arañas, ratones etc.
Lo que hacen
quienes padecen fobias
De ordinario manifiestan dos tipos de
conductas: de evitación y de tranquilización. En la primera,
el sujeto trata de evitar las situaciones que le producen
fobia, lo que le lleva a conductas de fuga diversas según la
forma y la intensidad de la angustia. Algunas personas se
encierran en sus casas para evitar la calle o el encuentro
con personas o situaciones que le inspiran ese
temor desmedido, mientras que otras se
limitan a recorrer trayectos prefijados: una sola línea de
autobús, o excluyen un medio de transporte o ciertos barrios
o algunos quehaceres. Otros se inclinan por las “huidas
hacia delante”, adoptando decisiones desesperadas que
podrían resolver el problema pero que difícilmente lo
conseguirán.
Las conductas de tranquilización las
manifiestan quienes optan por dotarse de recursos para
tranquilizarse y superar en lo posible la fobia que les
atenaza. Buscan personas acompañantes para soportar las
situaciones o eligen “objetos salvadores” como talismanes,
amuletos, mascotas.
El individuo sabe que no existe ninguna
relación causa-efecto entre el “objeto salvador” y la
protección o suerte que se pretende derivada de él, pero se
siente más tranquilo utilizándolo. También se recurre a
lugares seguros, normalmente la propia casa y más en
concreto algún lugar determinado de ella.
Los especialistas debaten desde hace
décadas si existe un carácter fóbico o una predisposición a
padecer fobias. Se sabe al menos, que hay dos tipos de
conducta personal que tienen relación con la aparición de
las fobias: el constante estado de alerta (el afectado
percibe que el mundo que le rodea está lleno de peligros y
amenazas y, por ello, permanece alerta y en permanente
actitud defensiva) y la huida, mediante una actitud pasiva
que conduce a la inhibición o con planteamientos activos de
“huidas hacia delante” refugiándose en comportamientos
desafiantes o en permanecer constantemente ocupado para
refugiarse de una forma compulsiva en la actividad.
Las fobias
pueden curarse
Todas las fobias tienen tratamiento, que
dependerá de su intensidad y de las complicaciones
psicopatológicas que presenten los individuos afectados. Los
padecimientos fóbicos leves pueden ser abordados por uno
mismo, pero se requieren unos requisitos: