Si va
a ser de otro mejor yo me la aprovecho
El abuso sexual es una
manifestación más común de lo que imaginamos. Es parte de
lo que se llama el mundo privado de las personas.
Incluyendo el mundo privado de las niñas y de las jóvenes a
las cuales se les amenaza para mantener en secreto las
miradas lascivas, las nalgadas, los piropos, hasta el coito,
la mayor parte de las veces, con adultos cercanos,
familiares o amigos íntimos de la familia.
Al tratar este tema, las
preguntas que usualmente afloran en la mente son ¿qué siente
un adulto por las menores de edad que, a pesar del rechazo
familiar y social por sus actitudes seductoras y abusivas,
las continúan utilizando sexualmente?, ¿es posible que un
padre se sienta atraído sexualmente hacia su propia hija? o
¿por qué necesitan a una niña para gratificarse sexualmente?
Entre otras estudiosas del tema, la Dra. Gioconda Batres
Méndez, psiquiatra costarricense y con gran experiencia en
el
tema de violencia doméstica afirma que la violencia
sexual hacia las mujeres ya sean adultas, jóvenes o niñas
tiene su explicación en el concepto de poder y
masculinidad.
¿Qué
significa poder en términos de género?
La masculinidad es
algo que se construye socialmente. Se inicia en la propia
familia, con el reconocimiento que tanto la madre como el
padre hacen al nuevo varón que llega al hogar. Este es el
momento en que se asignan los roles y se construye la
identidad del niño: lo que debe hacer o no hacer, qué y
cómo sentir, lo que es propio que piense o lo que debe
desechar de su pensamiento. Es un proceso que continúa y se
solidifica en la escuela, el barrio, la comunidad y la
sociedad en general.
Como parte de la construcción de la masculinidad y de sus
roles, al niño se le asigna el poder, y se dictamina que
deberá ejercerlo tanto en los espacios privados como en los
públicos, con todos los privilegios y beneficios que
conlleva. Esto significa que el varón manda dentro de la
casa y fuera de ella también.
Gioconda Batres documenta que los hombres tienen "el
poder simbólico, el concreto, el económico y el psicológico"
ya que desde pequeños se les posiciona en un lugar de
superioridad con relación a las mujeres de la familia y
fuera de ella, tanto que, aprenden a "no escuchar la voz de
las mujeres, subordinar los deseos y la voluntad de ellas a
los suyos y concentrarse en el cuerpo femenino como un
objeto y una imagen, no como una expresión integral de una
persona completa consciente, con derechos y sentimientos",
como afirma Laura Asturias en su ponencia Construcción de la
masculinidad y relaciones de género.
Con base a lo anterior, y en términos de la enseñanza y
la asignación del poder como parte del aprendizaje de la
masculinidad se puede afirmar que, el hombre es preparado
culturalmente para pensar y sentir que cualquier cuerpo de
mujer, no importa si es el de la hija, hermana, prima o
vecina, es una cosa que puede ser utilizado por él: el
varón tiene el poder para decidir sobre ellas y sus
cuerpos.
Es allí donde se puede comenzar a entender (no a
justificar) situaciones que se dan en algunas regiones del
país, donde el mismo padre decide "vender" a sus hijas para
"servir de mujer de algún finquero", para ir a trabajar a la
capital, o para "ocuparse" en centros de prostitución.
Otros padres que piensan que si la hija "va a ser de otro,
mejor yo me la aprovecho antes". Al final que el cuerpo de
las hijas es de su propiedad y antes de "entregárselas" a
otro en matrimonio, mejor y antes las "utilizan" ellos.
Esto significa que el cuerpo de las mujeres, las niñas y las
jóvenes se convierte en objeto de dominio, pertenencia y
violencia sobre el cual, los hombres tienen el total
control.
Esta forma de entender la masculinidad en nuestra
sociedad guatemalteca y en otras culturas que han pasado por
un proceso similar en la construcción de género, ha servido
para que algunas personas lleguen a afirmar que el incesto
es un fenómeno natural, situación que perpetúa este tipo de
violencia hacia las mujeres, las niñas y las jóvenes,
personajes que son posicionadas como inferiores en las
familias y en la sociedad. También ha permitido que se
continúen proliferando ciertos fenómenos sociales tales como
la prostitución y la pornografía infantil, el turismo sexual
y el tráfico de niñas para fines sexuales comerciales, como
estrategias válidas para la sobrevivencia sexual de los
hombres.
Esta estrategia se fundamenta en la idea de que siempre es
necesario que existan mujeres en situación de prostitución.
Mejor si se inician desde muy jóvenes. Son un mal necesario
ya que permiten que las mujeres buenas (las esposas, madres,
hermanas e hijas) puedan circular a salvo de los embates
sexuales de los hombres, los cuales desaguan sus pasiones e
instintos (todo lo que no pueden hacer con las buenas) con
la categoría de mujeres malas (las prostitutas, zorras,
leonas, perras, "culos" o sucias como les llaman). La
existencia de éstas últimas permite que la primeras se
sientan protegidas y mujeres de mejor categoría. Todo este
enfoque de los géneros permite pensar los cuerpos de las
mujeres, las jóvenes o las niñas como cosas que pueden ser
comprados, tocados, penetrados, abusados o violados con toda
naturalidad, ya que son inferiores por ser tontas, débiles,
prostitutas o cosas.
¿Qué
corresponde hacer para evitar la violencia sexual hacia las
mujeres, niñas y jóvenes en Guatemala?
Ninguna acción en
contra de la violencia hacia las mujeres, el maltrato y los
abusos a la infancia y juventud, o la explotación sexual
comercial, puede ser efectiva por sí sola sin un componente
educativo orientado hacia el reaprendizaje de los géneros:
en la medida en que las mujeres reaprendamos que somos seres
humanos inteligentes y de gran valor físico y emocional y no
cosas, y en la medida en que este aprendizaje lo realicen
también los hombres -comenzando desde la misma infancia y
juventud- las actitudes violentas, incluyendo las agresiones
y delitos sexuales contra las mujeres, jóvenes y niñas va a
comenzar a cambiar y disminuir cuantitativa y
cualitativamente en el país.
Modificar radicalmente los patrones de crianza y la
programación violenta de los hombres hacia las mujeres es
una tarea que debe empezar por la misma familia y sobre la
cual debe construirse en la escuela y el resto del sistema
social. Solo así podremos comenzar a construir sociedades y
relaciones más horizontales y solidarias.
Indicadores de abuso sexual en niños, niñas y adolescentes
El abuso sexual en
niños, niñas y jóvenes es difícil de detectar, dada la
variedad de indicadores que presenta y el hecho de que la
mayoría de las personas:
|
No conoce
cuales son estos indicadores, y |
|
No presta al
niño, niña o joven suficiente atención como para
notar que algo lo está afectando |
Generalmente las
personas piensan que si un niño, niña o joven se comporta
diferente, esto se debe a que está tratando de ser
independiente, o que se ha vuelto rebelde, o simplemente que
está "pasando por la adolescencia".
Un cambio en la
conducta no significa necesariamente que la persona sea
víctima de abuso, pero los cambios significativos en
diferentes áreas del comportamiento, deber ser explorados
como un posible indicador que requiere especial atención.
Los indicadores antecedidos con *, son especialmente
representativos de abuso sexual.
Indicadores Físicos
Pueden existir
indicadores físicos que muestran que un niño, niña o un o
una adolescente ha sido víctima de abuso sexual:
1. Infecciones
recurrentes en el tracto urinario.
2. Enfermedades de
transmisión sexual.
3. Ropa interior
inexplicablemente manchada o rota.
*4. Sangrados
alrededor de la boca, el ano o la vagina (también físuras).
5. Aumento general
de trastornos somáticos tales como: dolores de estómago,
cabeza, etc.
6. Regurgitación o
vómito de alimentos (especialmente si el ofensor ha
introducido su pene en la boca del niño, niña o del o la
adolescente: felattio).
7. Tono de voz o
lenguaje propio de un niño o niña más pequeño.
8. Dolor en el área
de la vagina, el pene o el ano.
9. Mojarse en la cama
(enuresis).
10. Ensuciarse en la
ropa (encopresis).
11. Brotes o rasguños
inexplicables.
12. Privarse
voluntariamente de alimentos.
13. Comer y luego
provocarse el vómito.
14. Picazón anormal
en el pene o la vagina.
15. Olor extraño en
el área genital.
16. Hallazgo de
objetos pequeños en el ano o la vagina del menor.
*17. Embarazo
temprano de 9 a 14 años particularmente.
18. Dificultad para
caminar o sentarse.
19. Verguenza de su
propio cuerpo y resistencia a cambiarse en frente de otros.
20. Los jóvenes
varones pueden sentirse atraídos por el fuego y podrían
iniciar incendios.
21. Comerse las uñas,
los dedos, los labios, hasta romperlos, infectarlos o
hacerlos sangrar.
22. Fugarse de los
hogares.
*23. Adolescentes
mujeres involucradas en pornografía o prostitución.
*24. Promiscuidad.
25. Adolescentes
mujeres que desean casarse jóvenes para salir de sus hogares
o situaciones abusivas.
*26. Comportamiento
muy seductor u obsesivo en relación al sexo, en
conversaciones, dibujos, televisión, bromas, películas.
*27. Masturbación
excesiva.
*28. Tendencia a
abusar sexualmente de parientes o amigos menores en edad.
29. Depresión,
pensamientos o tentativas de suicidio.
30. Sentimientos de
disociación, es decir, el o la adolescente tiene la
sensación de que se está viendo a sí mismo (a) como en un
sueño.
31. Temor a la
homofobia en los adolescentes varones (miedo a ser
considerados homosexuales, temor y odio hacia los
homosexuales)
Indicadores de comportamiento.
En
niños y niñas
1. Dejar de comer
o comer demasiado.
2. Problemas al
dormir
3. Pesadillas muy
frecuentes.
4. Llanto o lamentos
sin razón aparente.
5. Temor hacia los
adultos en general.
6. Comportamiento
mucho más tímido de lo normal.
7. Comportamiento más
dependiente de los padres de lo usual.
8. Hiperactividad.
9. Incapacidad de
concentrar la atención en algo por mucho tiempo.
10. Comportamiento
regresivo, propio de un niño o niña de menos edad.
*11. Comportamiento
sexual inadecuado para la edad, en su relación con otros
niños o niñas o en sus juegos.
*12. Conversación
sobre temas sexuales en términos poco adecuados para su
edad.
13. Rendimiento
académico peor de lo usual.
14. Incapaz de
relacionarse bien con otros niños o niñas y compañeros o
compañeras de clase de su edad.
15. Comportarse en
forma muy agresiva generalmente, llega a pelear con otros
(as).
16. Temeroso (a) de
alguien en particular, o por el contrario quiere pasar
demasiado tiempo con esa persona en especial.
17. Comportamiento
como si nada en el mundo le interesara.
18. Temor a la
oscuridad.
19. Muy somnoliento
(a) en la escuela.
20. Ticks nerviosos
en la cara.
En
los y las adolescentes:
Algunos de los
indicadores anteriores para niños (as) se aplican también a
los y las adolescentes, además de los siguientes:
1. Mantenerse
aislado (a) a los demás.
2. Evitar llegar a
casa.
3. Evade a una
persona en especial o quiere estar a solas con esa persona
en particular.
4. Malas relaciones
con compañeros (as) de clase y amigos (as).
5. Mala auto-imagen,
habla de sí mismo (a) en forma despectiva.
6. Con problemas de
higiene o arreglo personal, usa algunas veces doble ropa
interior.
7. Baja autoestima,
dificultad para aceptar un cumplido.
8. Rendimiento
acádemico demasiado bajo de lo usual.
9. Ausentismo en la
escuela, vagancia.
10. Consumo de
alcohol o drogas.
11. Hace todo lo que
dicen los demás, falta de acertividad.
12. Actitud hostil y
enojo por encima de lo normal.
13. Peleas con
compañeros (as) de clase, amigos (as) y/o hermanos (as).
14. Ansiedad, nervios
y tensión.
15. Dificultad para
confiar en otros (as).
16. Aislado (a) de
los (as) demás compañeros (as), amigos (as) o hemanos (as).
17. Sentimiento de
suciedad y necesidad de ducharse varias veces al día.
Síndrome
de Post-Incesto en las Mujeres: Efectos secundarios del
incesto.
INCESTO:
Cualquier uso de una niña, niño o adolescente para
satisfacer las necesidades sexuales o sexuales/emocionales
de una o más personas, cuya autoridad se deriva del vínculo
emocional presente con la niña o el niño.
¿Experimentas en
tu propia vida la mayoría de síntomas de esta lista? Si así
es, podrías ser una sobreviviente de incesto. Y si todo esto
te hace sentirte aislada de la gente, debes saber que no
estás sola. La sanación es posible. Con ayuda, puedes
liberarte de tu autoinculpación, de tu aislamiento y del
encierro provocado por el Síndrome de Post-Incesto.
La siguiente lista
está basada en observación y entrevistas con sobrevivientes
de incesto, además del trabajo realizado por la organización
Mujeres de Nueva York contra la Violación.
1. Temor a estar
sola en la oscuridad; de dormir sola; pesadillas
(especialmente de violación, persecución, amenazas,
encierro, sangre); terrores nocturnos.
2. Sensibilidad
para tragar; sensación de asfixia; repugnancia al agua sobre
la cara durante el baño o la natación.
3. Alienación del
cuerpo (sensación de que no es tuyo); incapacidad de prestar
atención a señales del cuerpo o a cuidar bien de él; una
deficiente imagen corporal; manipulación del tamaño del
cuerpo para evitar atención sexual; limpieza compulsiva,
incluyendo baños en agua hirviendo, o bien una total falta
de atención a la higiene o la apariencia personal.
4. Problemas
gastrointestinales; trastornos ginecológicos (incluyendo
infecciones vaginales espontáneas); cicatrices
vaginales/internas; dolores de cabeza; artritis o dolor en
las articulaciones; aversión al gremio médico, especialmente
a ginecólogos/as y dentistas.
5. Uso exagerado
de ropa, aun en el verano; ropas flojas; incapacidad de
desvestirte aun cuando es apropiado hacerlo (al nadar,
bañarte, dormir); demanda extremada de privacidad al usar el
baño.
6. Trastornos
alimenticios; abuso de drogas y/o alcohol, o abstención
total; otras adicciones; conductas compulsivas (incluyendo
actividad compulsiva).
7. Lastimaduras
sobre tu cuerpo (cortadas, quemaduras, etc.);
autodestructividad; actitud de que puedes soportar el dolor
físico: éste es un patrón adictivo.
8. Fobias; pánico.
9. Necesidad de
ser invisible, perfecta o totalmente “mala”.
10. Pensamientos,
intentos y obsesión de suicidio (incluyendo el “suicidio
pasivo”).
11. Depresión (a
veces paralizante); llanto aparentemente sin causa.
12. Problemas con
la cólera: incapacidad de reconocer o expresar cólera, o de
responsabilizarte de ella; temor de una cólera real o
imaginaria; cólera constante; intensa hostilidad hacia la
totalidad del género o grupo racial/étnico de la persona
ofensora.
13. Disociación o
separación; despersonalización; entrar en “shock” o un total
bloqueo o paralización durante una crisis (cualquier
situación tensa siempre constituye una crisis); paralización
psíquica; dolor o entumecimiento físico asociado con un
recuerdo o emoción (por ejemplo, cólera) o situación (como
la actividad sexual) en particular.
14. Rígido control
del proceso de pensamiento; carencia de sentido del humor, o
una extrema solemnidad.
15. En la niñez,
conductas de búsqueda de seguridad: esconderte, aferrarte
exageradamente a algo o encogerte de terror en los rincones.
En la vida adulta, temor a las sorpresas o a estar siendo
observada; reacciones de sobresalto; vigilancia exagerada.
16. Problemas de
confianza: incapacidad de confiar (confiar no es seguro);
confianza absoluta que se convierte en ira si alguien te
decepciona; confianza indiscriminada.
17. Tomar grandes
riesgos (retar al destino); incapacidad de tomarlos.
18. Problemas de
límites; problemas de control, poder y territorialidad;
temor a perder el control; conductas obsesivas/compulsivas
(intentos de controlar asuntos sin importancia, simplemente
por controlar algo); confusión respecto al poder/sexo.
19. Culpa,
vergüenza, baja autoestima, sensación de que vales poco o
nada; exagerada apreciación por pequeños favores que otras
personas te hacen.
20. Patrón de
víctima (te victimizas a ti misma después de haber sido
victimizada por otra/s persona/s), especialmente en la
actividad sexual; falta de sensación de tu propio poder;
falta de reconocimiento de tu derecho a fijar límites o a
decir “no”; patrón de relaciones con personas mucho mayores
que tú (a partir de tu adolescencia), o bien un extremado
sentido de propiedad; revictimización a manos de otras
personas (violencia sexual en la vida adulta, incluyendo
explotación sexual proveniente de jefes o profesionales que
“ayudan”).
21. Necesidad de
“producir para ser amada”, de instintivamente saber y hacer
lo que otra persona necesita o quiere; para ti, las
relaciones implican un trueque (el “amor” te fue arrebatado,
no dado).
22. Problemas de
abandono; deseo de relaciones en las cuales no hay
separación o una distancia saludable; evasión o temor a la
intimidad.
23. Sensación de
estar guardando un terrible secreto; urgencia por revelarlo
o temor a revelarlo; certeza de que nadie escucharía o
creería; ser generalmente secretiva; sentirte “marcada”
(sensación de que llevas escrito el secreto en la frente).
24. Sensación de
estar loca, de ser diferente; te sientes irreal mientras que
el resto del mundo te parece real, o viceversa; creas
mundos, relaciones o identidades de fantasía (especialmente
en las mujeres: imaginar o desear ser hombres, es decir, no
una víctima).
25. Negación: no
estar consciente en absoluto; reprimir recuerdos; bloqueo de
un período de tu vida temprana (especialmente de uno a 12
años, pero bien podría continuar en la vida adulta), o de
una persona o un lugar específicos; fingir; minimizar --“No
fue TAN malo”--; tener sueños o recuerdos --“Tal vez es mi
imaginación”-- (éstas son, en realidad, escenas
retrospectivas, a través de las cuales los recuerdos
empiezan a ser recobrados); reacciones negativas fuertes,
profundas y aparentemente “inapropiadas” hacia una persona,
lugar o suceso; “luzazos” sensoriales (una luz, un lugar,
una sensación física) sin ningún sentido de su significado;
recordar alrededores pero no el suceso. La recuperación de
la memoria puede comenzar con el suceso o la persona
ofensora menos amenazante. Es posible que los detalles
reales del abuso nunca lleguen a recordarse completamente;
sin embargo, sí es posible alcanzar una rehabilitación
adecuada sin una total recuperación de la memoria. Tu guía
interna liberará los recuerdos a un ritmo que tú puedas
manejar.
26. Problemas
sexuales: las relaciones sexuales son “sucias”; aversión a
que te toquen, especialmente durante un examen ginecológico;
fuerte aversión a (o bien una necesidad de) actos sexuales
en particular; sensación de que tu cuerpo te ha traicionado;
dificultad para integrar la sexualidad física y las
emociones; confusión o traslape de
afecto/sexo/dominación/agresión/violencia; necesidad de
buscar poder en el terreno sexual, lo cual en realidad es
una reactuación sexual (autoabuso, manipulación
--especialmente en las mujeres--; abuso hacia otras personas
--especialmente en los hombres--); seductividad compulsiva,
o ser compulsivamente asexual; necesidad de ser la agresora
en la actividad sexual, o no serlo en absoluto; relaciones
sexuales impersonales y “promiscuas” con personas extrañas,
en combinación con una incapacidad de tenerlas en el
contexto de una relación íntima (conflicto entre la
actividad sexual y el afecto/amor); prostitución; ser un
símbolo sexual o actriz pornográfica; reactuación sexual
para satisfacer las necesidades de cólera o venganza;
adicción a la actividad sexual; evasión de la actividad
sexual; paralización sexual; llanto posterior al orgasmo;
sensación de que todo avance sexual es una persecución, lo
cual se percibe como una violación; sexualización de todas
las relaciones significativas; respuesta erótica al abuso o
la cólera de otra/s persona/s; fantasías sexuales de
dominación o de una violación real (cuyas consecuencias son
culpa y confusión); embarazo en la adolescencia. Nota: La
homosexualidad NO es un efecto secundario del incesto.
27. Patrón de
relaciones ambivalentes o intensamente conflictivas (en una
verdadera intimidad, es más probable que los asuntos reales
salgan a la superficie; en relaciones problemáticas, la
concentración puede enfocarse en cosas que no están
relacionadas con el asunto real del incesto). La pareja de
una sobreviviente a menudo también sufre las consecuencias
del Síndrome de Post-Incesto, especialmente en los campos de
la actividad sexual y de la relación.
28. Evasión de los
espejos, lo cual se asocia a la necesidad de ser invisible,
a asuntos relacionados con vergüenza y autoestima y a una
percepción distorsionada de la cara o del cuerpo.
29. Deseo de
cambiar tu nombre, a fin de desasociarte de la persona
ofensora (si comparten el mismo apellido) o para tomar
control etiquetándote a ti misma.
30. Tolerancia
limitada para la felicidad; alejamiento activo de la
felicidad o renuencia a confiar en sentimientos felices.
31. Aversión a
“hacer ruidos” (inclusive durante la actividad sexual, el
llanto, la risa u otras funciones corporales); extrema
vigilancia verbal (un cuidadoso control sobre tus palabras);
voz baja, especialmente cuando necesitas que te escuchen.
32. Hurtos (en
personas adultas); iniciar fuegos (en la niñez).
33. Trastorno de
Personalidad Múltiple (a menudo oculto).
34. Sensibilidad
hacia y/o evasión de la comida basadas en su textura
(mayonesa = semen) o su apariencia (salchichas = pene), que
podrían hacerte recordar el abuso; olores o sonidos que
pudieran recordarte a la persona ofensora; aversión a la
carne y a alimentos rojos.
35. Honestidad
compulsiva o deshonestidad compulsiva (mentiras).
36. Vigilancia
exagerada en relación al abuso infantil; incapacidad de
detectar abuso infantil o evasión de toda conciencia o
mención de éste; tendencia a desarrollar relaciones con
perpetradores/as de incesto.
NOTA PARA
TERAPEUTAS Y OTRAS PERSONAS
Muchos de estos
“efectos secundarios” pueden ser consecuencia de otros
problemas que ocurren temprano en la vida. Existen, sin
embargo, algunos síntomas que casi siempre son indicadores
de abuso sexual durante la niñez. Cuando una persona
experimenta más de 25 de los síntomas contenidos en esta
lista, el incesto debe ser seriamente considerado. Se debe
proceder con cautela. También es necesario que las personas
sobrevivientes y sus parejas sean tiernas consigo mismas y
entre sí.
Qué pasa por la mente de un violador
"Se
trata de individuos con una personalidad de tipo
psicopático, con rasgos perversos", describió una
profesional a Infobae.com. Dijo que muy por el
contrario de recuperarse, "se ve reincidencia muy alta"
Si hay un acto ¿humano? difícil de comprender es la
violación. No debe ocurrir en ninguna otra especie. Menos
aún podrá entender una mente "sana" que una persona sea
capaz de reiterar el abuso.
Con el objetivo de entender qué hace que una persona se
convierta en abusador, Infobae.com consultó a la
licenciada en Psicología Beatriz Müller (MN 15407 y MP
80540).
"No está determinado qué hace que alguien sea abusador;
se trata de determinadas características de personalidad,
pero por qué arriba a ellas depende de una historia de
vida", detalló la profesional ante el cuestionamiento de si
hay un perfil psicológico o una predisposición genética.
En ese sentido, explicó que tienen una "personalidad de
tipo psicopático, con rasgos perversos (vinculados a una
sexualidad de tipo infantil no constituida, con pulsiones
parciales)" y agregó: "Arribar a una genitalidad de adulto
normal significa atravesar niveles desde la infancia; se
alcanza en la pubertad".
Según la presidente de Salud Activa, en los
abusadores, "la genitalidad de adulto no se logra".
"Por esta misma cuestión son personas que tienen una
postura absolutamente narcisista, que lo que buscan en una
relación con un niño (o por la fuerza con una mujer) no
tiene que ver con el placer sexual, sino con un disfrute a
través del sufrimiento del otro", aseguró Müller, quien
definió a esos vínculos como "más una relación de dominación
que de placer; el niño o la mujer están en un lugar de
objeto, no son tenidos en cuenta en ningún momento".
Así es que para ellos, el abusado es el objeto al cual
dominar y "el placer está dado en dominar al otro, en
convertirlo en nada".
Respecto de su temperamento, lo identificó más con el de un
asesino serial, que "se siente poderoso, siente placer
por dañar".
Por qué eligen víctimas conocidas
Un rasgo que suma a la "relación despareja" es el hecho
de que el abusador "domina" porque siempre se trata de
alguien que "está cerca y es importante para el niño, u
ocupa lugar de superior".
"La mayor cantidad de las violaciones son las
intrafamiliares: abuelo, tío, padrastro, padre", remarcó
la profesional, quien destacó que la característica casi
distintiva es que el abusador tiene doble cara: "Para afuera
es el mejor de todos, tiene una imagen pública compradora, y
para 'adentro', con el niño, es el peor".
En ese sentido, es la misma "situación de poder de uno
sobre el otro hace que no se denuncie", junto con la
incomprensión del hecho por parte del abusado, que "piensa
que el padre, abuelo, tío, etc. es lo más grande que tiene".
"Hay un juego de seducción; el abusador envuelve a su
víctima en una situación de 'hechizo', al punto de que
queda inmerso en un vínculo del que llega a creer que tiene
culpa o responsabilidad en lo que pasa".
Asimismo, en el caso de las mujeres -dijo Müller- hay una
sociedad/cultura que se ocupa de hacer creer que la víctima
provocó la situación.
Por duro que suene, no hay vuelta atrás
"Hasta ahora no". Así de contundente fue la respuesta a la
pregunta de si un violador puede recuperarse. "En ninguna
parte del mundo se ve que se recuperen. Al contrario se ve
una reincidencia muy alta", destacó Müller, quien
subrayó: "Van a la cárcel, cumplen la condena y vuelven a
repetir, en otra zona".
"Para modificar una conducta, tenés que tener conciencia
de que algo no está bien; si no te arrepentís de verdad,
no hay conciencia de patología", subrayó la profesional,
para quien "un hombre que abusa de su hijo no es un padre;
el niño ya no tenía padre, por lo que no lo pierde" (en
referencia a los planteos de defensa que hacen hincapié en
la importancia de no dejar al menor sin familia).
Las "señales" que da un niño abusado
Pese a que las técnicas de evaluación suelen ser "escuetas",
dado lo poco descriptivo que son los relatos de los niños,
según Müller, "los menores tienen otras maneras de 'decir'".
Para empezar, ellos (los niños) no hablan de situaciones
que tienen que ver con lo sexual si no las conocen, por lo
que menos van a fabular, ya que ellos suelen inventar
fantasías, pero con elementos que conocen.
"Lo primero que un niño evidencia son cambios de conducta:
nenes alegres se retraen, otros vuelven a etapas anteriores
(se hacen pis cuando habían alcanzado control de
esfínteres), o desarrollan conductas de tipo sexualizadas
(nenas 'provocan', quieren dar beso en la boca o tocar
partes genitales de adultos), así como también algunos
sufren trastornos de sueño, pesadillas o miedo a los
adultos", detalló Müller, entre las características que
deberían tenerse en cuenta ante la duda de que un menor haya
sido abusado.
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