Las emociones
La alegría, tristeza, cólera,
miedo, el rencor y la vergüenza, entre otras, son emociones.
La emoción, es un proceso complejo de desadaptación y de
readaptación que experimenta el ser humano, desarrollado en
dos partes: La emoción-choque, definida en psicología
como trastorno o perturbación de la vida física y
fisiológica, constituida por las emociones desagradables
(odio, rencor, ira, dolor) y la
emoción-sentimiento, que
es un estado afectivo caracterizado -según sean las
circunstancias y los individuos- donde se ubican las
emociones agradables, como la alegría y el amor.
Toda emoción pasa por estas dos fases,
pero algunos psicólogos como William James,
aprovechan esta distinción para señalar dos tipos de
estados: Uno, la "emoción grosera", experimentada por
las personas cuando los sentimientos son adversos y otro, la
"emoción pura", dominada por la
emoción-sentimiento que se refiere a las sensaciones
agradables que experimentamos hacia personas, cosas o
situaciones.
Hay quienes señalan que se manifiesta
una emoción sólo cuando lo experimentado por el individuo es
desagradable, es decir, cuando se hacen presente el odio, la
ira, el rencor, la vergüenza, etc. En el caso de las
sensaciones agradables se habla de sentimiento. Sentimos
amor, alegría, paz, tranquilidad. No podemos estar seguros
de que esta diferenciación sea cierta. Es por ello que, al
hablar aquí de emociones lo haremos de forma generalizada
incluyendo las agradables y desagradables por igual.
Las emociones se caracterizan por una
serie de trastornos fisiológicos y psicológicos. En el
momento inicial, es decir, en el momento mismo en que se
está experimentando emoción, las reacciones del individuo
son las mismas para todas las emociones. Es decir, el cuerpo
reacciona en primera instancia, igual cuando sentimos amor
que cuando sentimos odio.
Es por ello que vemos como se puede
llorar de alegría y de tristeza, inclusive hasta de rabia.
Temblamos cuando sentimos miedo y cuando estamos
encolerizados y también cuando nos abraza el ser querido. En
todos los casos, se observan iguales cambios en la
respiración y en la circulación, por nombrar sólo algunos.
En la segunda fase, ya las reacciones
fisiológicas están más diferenciadas y cada emoción comienza
a tener su cuadro de síntomas muy particulares a cada una de
ellas, clasificándose en dos categorías: Los que afectan a
la mímica, como la palidez o el rubor del rostro, o algunas
actitudes de escape o de lucha ante determinada situación.
Igual, los fenómenos viscerales como los cambios en la
respiración, en la circulación de la sangre, alteraciones
digestivas y otras.
Aún cuando se ha avanzado mucho en
materia de definir las emociones, hasta hoy, la psicología
continúa estudiando si alguna reacción en particular se
identifica con una emoción específica. Por ejemplo, si los
escalofríos son una reacción exclusiva del miedo.
La emoción ¿Un hecho de conciencia?
En general toda emoción tiene su punto
de partida en la representación. Una representación es la
percepción actual que tenemos, una idea o recuerdo de una
situación a la que le atribuimos cierta importancia, como
los momentos de peligro, júbilo, vergüenza o desgracia.
Esta representación, genera un estado
afectivo (la emoción), que produce como efectos, toda una
serie de trastornos orgánicos. Es por ello que se considera
que los elementos intelectuales son los causantes de la
emoción y los elementos fisiológicos, sus efectos.
Sin embargo, James insiste en señalar
que invirtiendo el punto de vista convencional, los cambios
corporales no son efecto de la emoción sino sus causas.
Generalmente, sabemos que estamos tristes porque lloramos o
que tenemos miedo porque temblamos.
Para James, sólo si se producen los
fenómenos corporales como cierta agitación, temblor,
escalofrío, ansiedad y otras, las emociones aparecerán. "Si
se suprimen los fenómenos corporales, no existen las
emociones. Sólo queda un frío estado de conocimiento de lo
que nos sucede", apunta.
Cuando vemos un león y comenzamos a
temblar ante su presencia, según James, la manifestación de
temblor es lo que nos indica que tenemos miedo y no al
revés. Es decir, no experimentamos miedo y luego temblamos,
sino al revés. Pese a esto, James añade que las emociones
sin representaciones, difícilmente son asimiladas.
En todo caso, sea de la manera que
fuere, las emociones están siempre presentes en el ser
humano y requieren de un estímulo exterior para poder
sentirlas e interiorizarlas en nuestro intelecto.
Emociones y sentimientos
El límite entre los sentimientos y las
emociones es muy sutil y es difícil detectar cuando pasamos
de unos a otras. Sin embargo, existen características
particulares en ambos que los diferencian.
Los sentimientos se mueven entre
extremos opuestos (placer-dolor, amor-odio,
esperanza-desesperanza), son profundos o superficiales y
perdurables en el tiempo. Esta última característica los
separa por completo de las emociones, que se distinguen por
sus notas de gran intensidad y momentaneidad.
Existen sentimientos inferiores
relacionados con las funciones vitales como la alimentación,
el crecimiento, la reproducción y sentimientos superiores
que son los que nos inspiran la compresión de una teoría, la
contemplación de una obra de arte, una acción heroica, la
lealtad, fraternidad, amistad y religiosidad. Los primeros
son cualidades elementales o primarias. Los segundos se
refieren a situaciones más complicadas que tienen que ver
más con el intelecto.
Otra categoría, habla de los
sentimientos personales que pueden ser de estimación propia
o egocéntricos como el orgullo, la vanidad, el narcisismo,
la vergüenza, la humildad, y de estimación ajena que se
refieren a los que experimentamos en el trato con los demás:
Simpatía, amor, compasión, envidia, odio y antipatía.
Las emociones, por su parte, son un
estado de ánimo caracterizado por una conmoción orgánica
consiguiente a impresiones de los sentidos, ideas o
recuerdos. Un emoción viene acompañada de una respuesta
afectiva de gran intensidad, que sobreviene bruscamente e
invade la psiquis de una persona y suele estar acompañada de
reacciones neurovegetativas. En su fase inicial, las
emociones se asemejan entre sí, independientemente de las
circunstancias que las generen (una mala noticia, un momento
de intensa alegría, etc.). Las reacciones son más o menos
similares: Sudor frío, temblores, respiración rápida,
palpitaciones, secreciones hormonales internas como el
aumento en la producción de adrenalina.
Se producen también fenómenos
expresivos como gritos y sollozos. Se perturba el tono
afectivo habitual, se altera el ritmo de los pensamientos y
se pierde, en algunos casos, el control de los actos. En las
emociones muy violentas, se liberan los sentimientos
reprimidos, reaparecen modos primitivos donde el sujeto
puede expresar palabrotas y hasta realizar gestos brutales.
Y...¿Qué es la pasión?
La pasión es una inclinación, una
tendencia desarrollada, exaltada y sobretodo hecha
exclusiva, que anula todas las demás. Es una inclinación
afectiva privilegiada, que se impone y llega a ser el centro
de atracción de nuestra vida psicológica. La pasión es un
sentimiento en donde se presenta una gran construcción
imaginativa muy bien descrita por Stendhal con el
nombre de cristalización.
Este fenómeno se caracteriza por la
tendencia del espíritu de descubrir, entre todas las cosas,
que el objeto amado posee todas las perfecciones. Así, la
pasión consiste en una creación, proseguida, sin descanso y
frecuente de un objeto o persona perfecta, que muere cuando
la imaginación cesa y ya no tiene fuerzas para realizar la
imagen ideal.
Inteligencia emocional
Sólidamente cimentada y aplicable desde el mismo momento en
que el niño sale del vientre de la madre, la inteligencia
emocional fue quizá la gran revelación del siglo xx en
cuanto a la comprensión de las capacidades infinitas del
cerebro humano, pues más allá de su posibilidad de adquirir
y procesar conocimientos, hoy por hoy se sabe que en el
mundo de las emociones se esconde el mayor potencial a
explotar de los seres humanos
El
corazón tiene sus razones que la razón no puede
comprender Blas Pascal
La
inteligencia emocional representa un salto sumamente
significativo en los ámbitos de la comprensión de la
conducta humana, porque por primera vez un estudio sobre la
materia netamente científico da resultados de aplicabilidad
operativos y tangibles. Es por ello que mucho más allá de
resultar una moda o una forma fácil de autoayuda, la
inteligencia emocional es una disciplina sólida y avalada
por profesionales de alta factura que en el país se lanzan a
impulsar una nueva forma de enfrentar las exigencias
cotidianas. Doctores como Tamara Salmen (encargada de
atender a los recién nacidos), Myriam Puig y Toni Manrique
(en el caso de los niños), Enma de Lancara (en cuanto a
familia) y Luis José Uzcátegui (para el caso de los
adultos), no dudan en resaltar las fortalezas de la
inteligencia emocional para explicar el desenvolvimiento de
los individuos, bien sea desde el caso de los niños -donde
se obtienen resultados sorprendentes-, hasta el mundo de los
adultos. Hasta hace poco las capacidades del individuo eran
"medidas" por el coeficiente intelectual; sin embargo, se
detectó que muchos niños que fueron ubicados por debajo del
estándar aceptable de coeficiente intelectual, obtenían
logros y resultados exitosos en su desempeño escolar,
mientras los adultos destacaban en el ámbito laboral por
alcanzar altos rangos organizacionales, explicó Luis José
Uzcátegui, médico siquiatra de lla Policlínica Metropolitana
y del Centro Médico Docente La Trinidad.
A
la vez, junto a estos personajes se apreciaba el otro
extremo: aquellos individuos con altas referencias
intelectuales y grados académicos muy importantes que pese a
ello no lograban alcanzar los objetivos de éxito planteados.
La
inteligencia, en esos términos, era entendida como un bloque
monolítico de habilidades intelectuales; por eso, ante la
evidencia de que hay algo más que nutre a ese cúmulo de
saber, se comienza a buscar en el individuo aquello que
actualmente se denomina inteligencia emocional.
A
la par de que se realizan estas revisiones en cuanto a la
comprensión de la inteligencia humana, el avance de la
tecnología permite realizar estudios muy sofisticados de
resonancia magnética con positrones (que muestran de forma
dinámica el funcionamiento de una parte del cuerpo, en este
caso el cerebro) sobre el mundo de las emociones. De esta
manera los investigadores lograron "ubicar" las emociones en
partes específicas del sistema cerebral, lo que les permitió
aseverar que los disparos emocionales (rabia, dolor,
tristeza, alegría, enamoramiento) y sus consecuencias pueden
ser modificados si el individuo entra en un plan de trabajo
para organizar y optimizar su funcionamiento emocional.
Con
los estudios de resonancia magnética con positrones quedó
demostrado que luego del período de trabajo mencionado, la
distribución de las emociones a nivel cerebral cambiaba, al
igual que los resultados cotidianos que el individuo
percibía. De estas experiencias nace el concepto de cerebro
emocional o sistema límbico, criterio que asocia diferentes
partes del sistema cerebral (amígdala, hipotálamo, hipocampo
y tálamo) y cuyo funcionamiento conjunto da una nueva
dimensión a la inteligencia desde el punto de vista de
cerebro emocional, bastante diferente al denominado cerebro
racional o cerebro inteligente.
Un nuevo coeficiente
En este sentido, Myriam Puig, médica pedriatra del Centro
Médico Docente La Trinidad y Hospital de Clínicas Caracas,
se refirió a los cinco componentes del coeficiente
emocional. De esos cinco, tres son capacidades relativas a
la persona. El primero de ellos es la autoconciencia, la
cual consiste en conocer las propias emociones.
En
segundo lugar está el autocontrol, que es la capacidad de
cambiar o frenar emociones para evitar que las situaciones
de la vida sean un problema; y por último la automotivación,
que es la capacidad individual de estimularse ante
situaciones adversas.
Ahora bien, los dos componentes restantes del coeficiente
emocional se refieren a la capacidad de conocer a las otras
personas. En este sentido, entrenar destrezas para intuir la
condición emocional de los demás proporciona capacidades y
habilidades muy útiles a la hora de interactuar con los
demás. Por último se encuentra la asertividad, que es la
capacidad de ser oportuno ante las situaciones, bien sea con
acciones o palabras.
Fórmula de entendimiento
Bajo los postulados de inteligencia emocional, el ser humano
tiene la posibilidad de conocer su sistema síquico emocional
de una manera concreta, precisa y sencilla, a la par que
comprende su comportamiento emocional y el de las personas
que lo rodean, explicó Uzcátegui.
Con
las herramientas que aporta la inteligencia emocional, la
persona puede identificar de dónde salen sus reacciones
emocionales, cómo funcionan -ya que son respuestas
automáticas, irracionales, anárquicas y simbólicas- con la
finalidad última de optimizar las respuestas.
Para muchos, este manejo de las emociones viene dado por la
experiencia de vida de cada quien; sin embargo, la
diferencia radica en que la experiencia modela el sistema
emocional a través del ensayo y el error, mientras que los
esquemas de inteligencia emocional se pueden adquirir de una
forma más técnica y muchas veces antes de que el ensayo y
error de la experiencia desgaste a la persona, porque este
tipo de aprendizaje lleva mucho tiempo.
Otro factor a considerar, apuntó Puig, es el temperamento,
que no es otra cosa que el estilo de conducta, la manera
como una persona reacciona ante el mundo en un momento
determinado. El temperamento es innato y reconocible desde
el mismo momento del nacimiento del niño. Es por ello que
los especialistas pueden indicar a los padres qué tipo de
hijo tienen para que éstos puedan estudiarlo y conocerlo
mejor, y de esta manera lograr determinar cuáles reacciones
del niño son meramente temperamentales, ya que muchas veces
suelen pensar que el llanto, por ejemplo, se debe a cólicos
o a pañales mojados, y resulta que el pequeño está
sobrestimulado o cansado.
Al
facilitar a los padres herramientas y estrategias propias de
la inteligencia emocional, éstos pueden interpretar
correctamente el temperamento del niño, a la par de
desarrollar mecanismos de control o estimulación, tanto para
ellos como para su hijo. Así se puede manejar mejor a un
pequeño voluntarioso o abrir al mundo a uno demasiado
tímido, haciendo más fácil el mundo de las relaciones.
De adentro hacia fuera
Con la evolución de esta disciplina se han identificado
varios tipos de inteligencia emocional, señaló Uzcátegui. La
inteligencia intrapersonal es la capacidad que tiene el
individuo de poder entender e identificar sus emociones,
además de saber cómo se mueve subjetivamente en torno a sus
emociones. Una vez que la persona conoce su dimensión
emocional, comienza a tener mejor y mayor control sobre su
vida, lo que redunda en mayor estabilidad.
Otra dimensión de funcionamiento emocional es a nivel
interpersonal, la cual se refiere a la capacidad que tiene
el individuo de entender las emociones de las otras personas
y actuar de manera cónsona a ellas. Otra de las aplicaciones
de los diseños de inteligencia emocional es la optimización
de la inteligencia racional, con lo que el individuo se
convierte en un potenciador de recursos intelectuales, ya
que al poder controlar su funcionamiento emocional, logra
importantes valores agregados para su desempeño a nivel de
toma de decisiones y solvencia de problemas, entre otras
cosas.
El desarrollo de las habilidades mencionadas coloca a la
inteligencia emocional en la palestra de la contemporaneidad
con aplicaciones muy concretas; por ejemplo, en la educación
de los niños, pues muchas de las dificultades que éstos
afrontan durante su crecimiento son los bloqueos
emocionales, consecuencia de las circunstancias que los
rodean. Desde la óptica de los especialistas, aquellos niños
que reciben herramientas para manejar su sistema emocional,
desarrollan recursos que les aportan gran fortaleza para
afrontar la vida.
Otra de las aplicaciones prácticas de la inteligencia
emocional es en el mundo de la pareja, porque se trata del
tipo de relación donde hay más intimidad, cercanía,
frecuencia y compromisos propios de la convivencia, lo que
pone a prueba a cada momento el talento emocional.
A nivel de las organizaciones y empresas provee técnicas
importantes para que el individuo se pueda ubicar en un
mundo competitivo, demandante, cambiante, exigente y sobre
todo globalizado emocionalmente, resaltó Uzcátegui. En
cuanto al área de reclutamiento de personal de las empresas,
específicamente, en el país ya existen algunos entes
preocupados en aplicar los indicadores de inteligencia
emocional para medir funcionamientos como creatividad,
motivación y seguridad, que suelen ser determinantes para el
éxito laboral dentro de las empresas, pues puede que el
coeficiente intelectual -las credenciales- le dé el cargo a
una persona, pero es el manejo inteligente de las emociones
el que garantiza el ascenso dentro de la organización.
Así vemos que bajo los postulados y evaluaciones que aplica
la inteligencia emocional, se derrumban los estigmas
positivos o negativos que suelen crear los resultados de los
test de coeficiente intelectual.
Loro viejo sí aprende a hablar
La inteligencia emocional se aprende. A grandes rasgos,
primero que todo, la persona tiene que descubrir y aceptar
que existe otro mundo que proporciona herramientas para
asumir la vida, para luego, a través de la terapia, comenzar
a interconectar los sistemas emocional y racional que posee.
Debe quedar claro que esta técnica no es milagrosa y los
terapeutas buscan ayudar al paciente a resolver su situación
más sensible o riesgosa, ya que algunas personas son
tremendamente exitosas en ambientes laborales y sociales,
mientras que en las relaciones familiares y personales
presentas graves deficiencias.
Con las herramientas que proporciona la inteligencia
emocional se le facilita al individuo el ser un ente
creativo dentro de la avalancha de sucesos que pueden
afectarlo, con el fin último de ser libre basándose en la
creatividad desarrollada en el mundo social, afectivo y
laboral.
La Felicidad
Existen cinco componentes claves en la conducta humana que
nutren la felicidad. Estos son: La
Autoestima, el control emocional, la socialización, la
planificación de objetivos y el optimismo.
Comencemos por la autoestima: Las personas que se aprecian a
si mismas son más resistentes a las presiones de la vida
cotidiana y son más perseverantes en las tareas que
requieren mayores esfuerzos, que los que poseen baja
autoestima.
Investigadores de la conducta han demostrado que las
personas que poseen control personal toman mejores
decisiones que aquellas que se dejan llevar por las
emociones.
Otro factor que nos ayuda a ser felices es la definición de
metas de vida, con objetivos diarios razonables que nos
permitan obtener mini-logros, y disfrutar, día a día, la
plena satisfacción que provoca el éxito alcanzado
De igual forma, investigaciones nos señalan que las personas
optimistas no sólo son más saludables que las pesimistas,
sino que se definen más felices
La socialización, representa otro factor asociado a la
felicidad.
En efecto, se ha encontrado que las personas extrovertidas
tienden a estar más contentas y satisfechas que las
introvertidas.
Por su parte, las personas cordiales, entablan amistades con
facilidad y consiguen mejores empleos y oportunidades de
trabajo.
De manera que si hasta ahora no lo hace, cultive la amistad,
la autoestima, fíjese metas claras y alcanzables, sea
optimista, crea en usted mismo, y mantenga un adecuado
control emocional.
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